La importancia de la detección temprana y posterior tratamiento de la hipoacusia
El sistema auditivo, el cual se desarrolla aproximadamente a las 20 semanas de gestación, es aquel que prepara a los bebés para aprender a escuchar y hablar. Pero además, para lograr esto, necesitan estimulación rica, abundante y significativa, a fin de que el cerebro construya las conexiones valiosas que hacen que este sistema funcione apropiadamente. Asimismo, estas conexiones nos permiten posteriormente ir adquiriendo el lenguaje oral, que es la vía principal que tenemos para comunicarnos dentro de la sociedad en la que vivimos.
A través del habla los niños logran simbolizar lo que les rodea, trasmitir sus deseos, necesidades y pensamientos y relacionarse con otras personas, permitiendo así la adquisición de conocimiento y de todo lo que sabemos cuándo crecemos y llegamos a ser adultos.
Dado que el lenguaje oral se encuentra directamente relacionado con el pensamiento, la limitación que presentan los niños que padecen hipoacusia trasciende de no poder comunicarse mediante el habla, sino que además interfiere con la manera en cómo ellos estructuran su pensamiento, se relacionan con los demás y ven el mundo. Adicionalmente, el impacto de la pérdida auditiva se extiende a la familia y amigos del individuo que la padece.
La hipoacusia se define como la disminución de la capacidad auditiva de una persona. Esta puede presentarse en varios niveles de intensidad, según el nivel de pérdida:
- Niveles: 20 – 40 dB
- Moderadas: 41 – 55 dB
- Moderadamente Severa: 56-70 dB
- Severa: 71-90 dB
- Profunda: sobre 91 dB
A pesar de que la hipoacusia puede aparecer de manera tardía (luego del periodo de adquisición del lenguaje), la detección de ésta antes de los 6 meses de vida sumada a su adecuada intervención, es fundamental para progresar en la adquisición del lenguaje y capacidades cognitivas de los niños. Estudios demuestran que hasta los 3 años de edad es el periodo más crítico, dado que hasta esta edad el cerebro aún cuenta con la plasticidad neuronal necesaria para establecer los pilares del desarrollo del lenguaje y la comunicación. Siguiendo con esta idea, se observa que los niños que han sido diagnosticados tardíamente y que no han recibido el tratamiento adecuado (por ejemplo el uso de audífono, el implante coclear y la respectiva rehabilitación auditiva), presentan altas dificultades para desarrollar el lenguaje oral incidiendo por consiguiente en sus habilidades cognitivas. La hipoacusia sin tratamiento, a su vez puede conllevar secuelas de índole psicológica, tales como la baja autoestima, el aislamiento social y problemas en las relaciones interpersonales como agresividad, impulsividad e inestabilidad en el ánimo, entre otras.
Si usted tiene la sospecha de que su hijo no escucha bien, ya sea porque no presta atención, no responde a sus llamados, no reacciona ante estímulos sonoros o no presenta desarrollo de lenguaje a una edad en la que es esperable que sí lo haga, entonces consulte con su pediatra u otorrinolaringólogo infantil. Es indispensable actuar lo más tempranamente posible en cuanto a intervenciones médicas y posterior tratamiento, para que de esta manera se puedan potenciar la mayor cantidad de los recursos presentes en cada niño, desarrollándose así, la mayor cantidad posible de estructuras comunicativas y orales, que permitan a los pequeños un desarrollo más sano en cuanto a su comunicación, capacidad cognitiva, habilidades sociales y salud mental.
ISIDORA DEL SOL URETA
Psicóloga clínica adultos e infanto juvenil de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Magister en terapia sistémica de familia, pareja e individuo.
“Soy una persona con hipoacusia sensorioneural severa, por lo que mi objetivo es estregar apoyo a personas que también presentan una dificultad auditiva y/o sus familias, tanto desde mi experiencia personal como profesional.”
Para solicitud de horas pueden contactarme a (+569) 42414737 ps.isidoradelsol@gmail.com .